Universidad Autónoma de Honduras, Durcy Rojas

Los profesores día a día se enfrentan a una serie de retos en el campo magisterial y en cierta medida no conocen la forma correcta de resolver los problemas de disciplina y aprendizaje de los alumnos. Es por ello que, este blog educativo, proporciona algunas herramientas para lograr los objetivos del plan de clase aplicando estrategias basadas en la psicología de Ausubel, Cardoze y Chávez Tapia.

martes, 11 de noviembre de 2014

La conducta violenta




Con conducta violenta nos referimos a las agresiones físicas habituales en algunos alumnos. El comportamiento agresivo no surge de la nada teniendo siempre unos antecedentes que lo pueden explicar. Empecemos por las condiciones más relacionadas con el surgimiento de la agresión en los jóvenes.
Aprendizaje
La conducta violenta, en una gran cantidad de casos, es aprendida de modelos que el niño tiene en su vida, como los familiares, los personajes de la televisión o el cine y otros miembros de su comunidad. Se da el caso de padres que inducen a sus hijos a imponerse por la fuerza física y a que intimiden a otros. Es una especie de necesidad que tiene el hombre o la mujer machistas de que su hijo sea respetado en base a su poderío físico. Cuando uno de estos padres u otro familiar de más edad le dice a un niño, “si te pegan pega más fuerte” y no se le dan más explicaciones, este puede entender que se debe estar defendiendo de cualquier cosa: Si lo miran interpreta que lo quieren agredir y se adelante a golpear, si lo empujan sin querer o lo golpean suavemente en medio de un juego responde con una agresión sin averiguar si hubo o no intención.
La vivencia de actos violentos o de un patrón de relaciones familiares agresivas, hace que el niño incorpore la agresión como un modo normal de respuesta en sus relaciones con los compañeros de escuela o de juego en el vecindario. El castigo físico repetido de parte de los padres contra el niño le enseña a este que es una forma válida de hacerse respetar, repitiendo a su vez este tipo de actos como una conducta que le permite, no solo imponerse sino elevarle la autoestima por el sentimiento de poder que lo embarga después de amedrentar y someter por la fuerza a los demás.
La subcultura de la violencia que se vive en ciertas barriadas llamadas áreas rojas de las ciudades, es causa de que en las escuelas que están en esas comunidades el nivel de violencia sea más elevado e intenso. Estos vecindarios son verdaderas escuelas de violencia y pandillaje y en ellos el que no es agresivo o no sobrevive o debe aislarse.
Los personajes de las series de televisión y del cine que hacen gala de violencia, con la justificación, en los “buenos” de hacer cumplir la ley o de eliminar a los “malos”, no sufren ningún tipo de consecuencia por matar, 18
golpear salvajemente o herir con armas blancas o de fuego a otros. Las consecuencias que se dan en la vida real por cometer actos violentos como arrestos, juicios, condenas, generación de más violencia, en la película no suelen darse o se resuelven de una manera fantasiosa, lo que a los ojos de los niños es una idealización de la violencia. Aquellos niños y jóvenes que por temperamento o por experiencias previas de vida están más predispuestos a la violencia, son los que más responden a estos modelos.
Con una conducta violenta aprendida está relacionada la que exhibe un estudiante con la intención de hacerse el líder del grupo. Son los que liderizan a los demás pero generalmente con una finalidad no constructiva, sino más bien para sentir que es él o ella quien decide qué se hace y qué no se hace, a quien se le acepta y a quien se rechaza, cuando se obedece al maestro o cuando hay que rebelarse, o para llevar a cabo acciones de tipo pandilla en el centro.
Estados de frustración
La frustración es la pérdida de algo que se esperaba o se deseaba, o la insatisfacción de una necesidad. Todas las personas nos frustramos en algunos momentos cuando algo no sale o no llega como hubiésemos querido. Dependiendo de la importancia que tenga para nuestra vida esa pérdida o insatisfacción, así será la intensidad y la duración del estado de frustración que nos invada. Cuando no se ha podido satisfacer algo muy significativo para nosotros, podamos caer en el abatimiento emocional o la depresión, en la baja autoestima crónica, en la irritabilidad y en la agresividad. De hecho, en muchas personas agresivas, adultas o jóvenes, suele haber una o más frustraciones de tipo afectivo, familiar, matrimonial, laboral, económica, académica o de imagen personal.
En los estudiantes que se muestran agresivos también hay que indagar por las frustraciones que puedan estarlos llevando a ser así. Entre las situaciones que pueden causar un estado de frustración crónica en un niño están:
El abandono afectivo paterno o materno.
 El maltrato físico o psicológico de parte de sus padres.
 Los fracasos académicos repetidos.
La pérdida física de un familiar querido.
El rechazo o el hostigamiento persistente por parte de los compañeros o de uno o más docentes.
 La imposibilidad de llevar un nivel de vida como lo tienen otros.
El abandono o el rechazo de una persona del sexo opuesto en los o las adolescentes.
El padecimiento de una enfermedad crónica o de una deformidad corporal que le impide llevar una vida normal como los demás compañeros

Lesión cerebral
Cuando se afecta la estructura o funcionamiento cerebral debido a trauma, inflamación, tumoración o desequilibrio químico, o más concretamente de 19
ciertos neurotransmisores, la persona puede ser propensa a la conducta agresiva. Áreas cerebrales especialmente relacionadas con la agresividad cuando sufren un daño son los lóbulos frontales, el cerebro medio y estructuras como el tálamo y el hipotálamo. Unas veces la conducta agresiva es por un exceso de estimulación de estas últimas áreas, y otras porque se produce una disminución o eliminación de los mecanismos de control o inhibición de las tendencias agresivas. Este tipo de conducta violenta suele darse en niños o jóvenes estudiantes que antes de sufrir la lesión no acostumbraban a comportarse en forma agresiva. La epilepsia que se genera en focos situados en las estructuras del cerebro medio relacionadas con la conducta agresiva o en el lóbulo temporal, como es el caso de las llamadas epilepsias psicomotoras, pueden también acompañarse de conductas agresivas.
Desinhibición de impulsos
Relacionado con lo anterior está la conducta agresiva que se da por falta de control de impulsos y baja tolerancia a las frustraciones en personas que, ya desde el nacimiento vienen con una afectación cerebral como es el caso de los retardados y autistas graves. Pero también en niños que han sido criados con mucho consentimiento, que no están acostumbrados a tolerar frustraciones o negativas, que siempre quieren salirse con las suya, pueden funcionar este tipo de agresividad por falta de control de impulsos. Algo similar sucede con los niños hiperactivos, quienes suelen ser muy inmaduros en relación a su edad cronológica aunque tengan una capacidad intelectual normal. La impulsividad en todos estos casos impide al niño el proceso de análisis de cada situación y la capacidad de poder esperar.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario