El concepto de disciplina
contrario al que he expuesto es el de la disciplina positiva que se fundamenta
en el aprendizaje del autocontrol, la aceptación razonada de las normas y
actitudes requeridas para lograr los fines del proceso de enseñanza y aprendizaje,
énfasis en los logros y la buena conducta. Utiliza más el elogio, los
incentivos, a empatía y es aplicada como parte de un programa planificado de
educación escolar. Tanner nos dice que “la disciplina debe tener como propósito
contribuir a que profesores y estudiantes alcancen las metas escolares. La
educación y la disciplina tienen un mismo fin: Ayudar al niño y al joven a
dirigir sus vidas de manera acertada. La disciplina ha de ser dinámica para
ayudar al alumno a orientar sus energías hacia la obtención de los objetivos
del aprendizaje” (L. N. Tanner: La disciplina en la enseñanza y el aprendizaje,
Interamericana, 1980). J. Roca Álvarez afirma que “la única disciplina válida
final es la autodisciplina, a la cual se llega mediante un complejo proceso de
socialización desde la edad infantil. La disciplina inductiva, es una
disciplina razonada, con diálogo y consenso entre el alumnado y el adulto, y no
la imposición por este último de normas que hay que cumplir obligatoriamente
porque el profesor lo dice” (J. C. Roca Álvarez: Convivencia escolar y medidas
para prevenir la conflictividad. Página Web del Concejo Educativo de Castilla y
León, 16 de junio de 2007).
La disciplina positiva se
caracteriza porque es:
No punitiva (No se centra en
el castigo).
Razonada (Permite analizar
situaciones, consecuencias y alternativas).
Democrática (Respetuosa de
los derechos individuales).
Formativa (Se preocupa de
los intereses del niño o joven, desarrolla la autodisciplina y la autonomía).
Justa (No abruma enfatizando
negativamente sobre conductas o cosas intrascendentes y no juzga a priori).
Favorecedora de la buena
relación entre docente y alumno, y entre docente y padres (Es bien vista por
los padres y más aceptada por los alumnos).
Acorde con los diferentes
niveles de madurez de los niños.
Saludable (No daña
emocionalmente al alumno).
Motivadora (Incentiva al
alumno a aplicarse más a sus deberes académicos y a colaborar con sus maestros
o profesores).
Permite a los docentes
desarrollar mejores habilidades en el trato con sus discentes.
La disciplina positiva se
identifica con las llamadas disciplinas inductivas y democráticas. La primeras
se han definido como “el medio, la herramienta, con la que debe contar el
educador para poder guiar y organizar el aprendizaje y al mismo tiempo es un
fin para desarrollar en el estudiante los valores y actitudes deseables, que lo
conduzcan hacia una autonomía responsable, a través de experiencias que hagan
posible el ejercicio de la razón y el dominio de sí mismo” (M. L. Tapia Chávez
y M. Felipe Cruz: La disciplina como una práctica inductiva de responsabilidad.
Dirección General de Educación Secundaria Técnica. Secretaría de Educación
Pública, México).
En relación a la disciplina
democrática, Jares la explica como aquella que “no hace uso de la exclusión, el
miedo, las amenazas, la sumisión, el silencio como norma, la competitividad y
la humillación. En un contexto de disciplina inducida, democrática o positiva
se busca la resolución de los conflictos mediante la calma, escuchar
activamente, uso de lenguaje respetuoso, la diferenciación entre el problema y
la persona, la focalización de atención en el problema, la defensa de las
posiciones respetando los sentimientos de la otra parte, saber pedir disculpas
cuando se comete una falta, la propuesta de soluciones, la búsqueda de acuerdos
y ser respetuosos con los mismos y tener espacios y tiempos para afrontar los
conflictos” (X. R. Jares: Resolución de Conflictos desde una perspectiva educativa.
www.ucetam.org/actividades/documentos/resolucion_conflictos_perspectiva_educativa.
pdf).
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